“Si
consigues vivir sin servir a ningún amo, a ninguno, avísanos a los demás,
porque serás el primero en haberlo conseguido”.
Paul Thomas Anderson es una de las voces más personales del cine norteamericano contemporáneo. Sus películas no hablan de un sólo tema sino que abarcan diversas capas argumentales a través de sus protagonistas, verdaderos motores de sus historias. Ahora, tras cinco años de ausencia regresa con otra intensa película que le ha costado sacar adelante.
Paul Thomas Anderson es una de las voces más personales del cine norteamericano contemporáneo. Sus películas no hablan de un sólo tema sino que abarcan diversas capas argumentales a través de sus protagonistas, verdaderos motores de sus historias. Ahora, tras cinco años de ausencia regresa con otra intensa película que le ha costado sacar adelante.
Freddie Quell es un soldado de la
Marina que concluye su servicio y debe reintegrarse laboralmente en la
sociedad. Sus problemas con el alcohol parecen impedirle llevar un
camino recto, hasta que tropieza con Lancaster Dodd, líder del
movimiento conocido como La Causa.
Desde que se dio a conocer el argumento
del film se ha promocionado a “The Master” como el film sobre el origen
de la Cienciología, sin embargo afirmar que narra el nacimiento del
movimiento creado por L. Ron Hubbard sería quedarse muy en la
superficie. Y es que la película vuelve a hablar, como es habitual en el
director, del individuo, el cual busca en todo momento una manera de
huir de la omnipresente opresión en que se encuentra, y lo hace como si
de una sesión psicológica se tratara, deteniéndose cuidadosamente en los
personajes y su entorno.
Afirmar que este filme versa sobre los orígenes de la Iglesia de la Cienciología, aun siendo cierto, resulta tan simplista como reducir Hamlet a la historia de un hijo que desea vengar el asesinato de su padre. The Master me ha recordado al Discurso sobre la servidumbre voluntaria de Étienne de La Boétie (1576), al reflexionar de manera alegórica acerca de la ¿inevitable? tendencia natural del individuo a someterse a los demás. Como señala en un momento determinado de la película el ambiguo personaje de Lancaster Dodd, sucedáneo ficticio del fundador de la Cienciología L. Ron Hubbard, “todos servimos a algún amo”. Los hay que sirven a Dios, al dinero, a su jefe, a un gurú espiritual, a su mujer o creen, equivocados, servirse a sí mismos. Todos sirven (servimos), de un modo u otro, a alguien. Todos tenemos un amo. ¿Cuál es el suyo?
Afirmar que este filme versa sobre los orígenes de la Iglesia de la Cienciología, aun siendo cierto, resulta tan simplista como reducir Hamlet a la historia de un hijo que desea vengar el asesinato de su padre. The Master me ha recordado al Discurso sobre la servidumbre voluntaria de Étienne de La Boétie (1576), al reflexionar de manera alegórica acerca de la ¿inevitable? tendencia natural del individuo a someterse a los demás. Como señala en un momento determinado de la película el ambiguo personaje de Lancaster Dodd, sucedáneo ficticio del fundador de la Cienciología L. Ron Hubbard, “todos servimos a algún amo”. Los hay que sirven a Dios, al dinero, a su jefe, a un gurú espiritual, a su mujer o creen, equivocados, servirse a sí mismos. Todos sirven (servimos), de un modo u otro, a alguien. Todos tenemos un amo. ¿Cuál es el suyo?
Freddie es un rebelde sin causa, un soldado que parece tener un cierto desequilibrio mental causado por los traumas de la guerra y la incesante cantidad de alcohol que ingiere. No le importa nada, vaga por la vida perdido, mudándose de un sitio a otro. Es el tipo perfecto para ser atraído a un club o entorno social que busque crecer por medio de personas débiles (La Causa en el film) a las que abrazar dándoles el afecto anhelado. Freddie acepta unirse a La Causa, aunque, con el tiempo, el vacío y la sensación de opresión vuelven a apoderarse de él.
A su lado tenemos a Lancaster Dodd, el líder y maestro de los fieles que siguen sus creencias sobre la posibilidad de viajar en el tiempo y ver más allá del presente. Dodd se presenta como un hombre seguro de sí mismo, convencido de la doctrina que propaga, sin embargo, y al igual que Freddie, se siente encarcelado, oprimido. Y es que detrás del recto guía espiritual podemos descubrir a un ser amaestrado que llega albergar dudas y a sentirse insatisfecho en su cometido, aunque apenas lo demuestre.
Ambos personajes son dos caras de la misma moneda, claro que mientras Freddie se muestra inquieto en su búsqueda de libertad y contrario a aceptar las normas sociales comportandose como un ser indomable Lancaster ha aceptado su situación. No hay mejor ejemplo de esto que la secuencia en que están encarcelados. Mientras Freddie deja llevarse por sus irrefrenables impulsos psicóticos y lucha por liberarse Lancaster se encuentra calmado, a la espera, como si estar en una prisión para él fuera habitual. Finalmente ambos personajes se enzarzan en una pelea de gritos e insultos como si fueran dos perros rabiosos, poniendo de manifiesto la verdadera naturaleza animal del ser humano, la cual Lancaster y su séquito se empeñen en no aceptar dentro de su credo.
Por cierto, a Paul Thomas Anderson, que ganó el premio a la mejor dirección en Venecia, no lo han nominado en Hollywood ni a mejor director, ni a mejor guión ni a mejor película. Y se merecía, con todos los respetos a las grandes obras de Spielberg en Lincoln y Tarantino en Django desencadenado, los tres.
El marcado carácter psicológico del film rememora especialmente las doctrinas y estudios de Freud. Las sesiones ejercidas por Dodd se llevan a cabo mediante un proceso de hipnosis y de la interpretación de los sueños, sobre lo cual se basó el trabajo del conocido médico austriaco. Claro que más allá de eso nos encontramos con el tema recurrente en todo estudio freudiano, el sexo, con el papel que ejerce la mujer para el hombre especialmente, y ahí entran los personajes de Peggy y Doris. Peggy es la esposa de Lancaster, una dulce y cálida madre de familia que tiene bien cogida la sartén por el mango en casa y que acaba descubriéndose como un personaje inquietante y manipulador, verdadera alma de La Causa, para la cual hará todo lo posible, incluido mantener a su amado maridito a raya de todas las maneras posibles.
El pobre Freddie, por su parte, demuestra tener un deseo sexual inabarcable, es parte de su rebeldía, ninguna mujer consigue satisfacerle del todo, y eso es parte de su mal. El pobre marinero se siente dolido, arrepentido, enfermo por culpa de una mujer a la que hizo daño, Doris. Dicha relación fue breve, intensa, le llegó al corazón. Era amor de verdad. Abandonado por ese sentimiento, Freddie sigue vagando por el mundo soñando con acostarse junto a esa mujer que un día tuvo y ya no le pertenece. Y es que, a la hora de elegir cárceles, ninguna mejor que el cuerpo de una mujer.
En el cine de Anderson encontramos una
figura bastante recurrente, la del gurú o guía. En “Magnolía” era
T.J.Mackey y sus clases de dominación sexual. En “There will be Blood”
Eli Sunday y su espiritual Iglesia de la Iluminación. En “The Master”
tenemos a Lancaster Dodd y su Causa. Al contrario de lo que
habitualmente sucede, Anderson no utiliza dichos personajes como figura
de apoyo sino que a través de ellos demuestra la insatisfacción
personal, la cual intentan suplir con creencias a las que sumar a
individuos que los apoyen y les hagan sentirse mejor. Macke, Sunday y
Dodd saben ganarse a las masas por medio de su labia y sus ideologías,
aunque éstas no sea más que una fachada para ocultar lo que en verdad
tortura su alma.
Paul Thomas Anderson continua el camino
emprendido con “There will be Blood”, en la cual su estilo enérgico y
acelerado fue sustituido por uno más moderado, en que el ritmo fuera más
pausado pero sin perder la intensidad que lo caracteriza, con una
fuerza visual acrecentada por un guion lleno de sustancia y unos actores
en estado de gracia.
“The Master” posee, pues, una narración reposada en que el director vuelve a hacer gala de su maestría cinematográfica con largos travellings y planos secuencia (atención al que sigue a Freddie desde el muelle al interior del barco), aunque, en ésta ocasión, sustituye la grandeza de los paisajes de su anterior film por espacios más reducidos en donde sean los personajes los que lleven la voz cantante. Y es que Anderson se centra completamente en ellos, utilizando de manera brillante primeros planos que subrayen las sesiones psicológicas llevadas a cabo. De todas ellas quizás la más memorable y sobrecogedora sea la primera a la que es sometido Freddie, en donde aparece el nombre de Doris por vez primera, con una interpretación de Joaquin Phoenix que pone los pelos de punta.
De esta forma el director consigue alcanzar una madurez narrativa incuestionable, con planos llenos de belleza y en donde se refuerza la naturaleza de los personajes (contrapicado de Amy Adams dejando claro quién manda), la sensación de opresión y búsqueda de libertad, llegando a conseguir hipnotizarnos de la misma manera que logra Dodd con sus feligreses.
El guión me parece sensacional, tocando
infinidad de temas que no dejan de tener actualidad. La Causa es un
movimiento ideológico como otro cualquiera y la película pone de
manifiesto cómo puede llegar a convertirse en un suplicio incluso para
aquellos que la defienden. El sermón que suelta Lancaster sobre el
dragón funciona como pequeño símil a la de los dos protagonistas.
A nivel técnico no se le puede poner pena alguna (en realidad, no se le puede poner pega a ningún apartado). La fotografía de Mihai Malaimare Jr. es sensacional captando el ambiente de los 50 (acojonante cuando Freddie trabaja en los almacenes y aparecen sus modelos) mientras que la Banda Sonora de Johnny Greenwood consigue aportar una atmosfera con personalidad que refuerce las sensaciones que transmite la película.
Gracias a “The Master” podemos disfrutar
de un duelo interpretativo como no veíamos desde hace años. Joaquin
Phoenix y Philip Seymour Hoffman protagonizan conjuntamente secuencias
para rememorar una y otra vez, con una riqueza de matices y reacciones
dignas de todo halago. Phoenix parece no abandonar el camino de la
autodestrucción con un personaje compungido, triste, alguien con el que
cuesta simpatizar al principio. Seguramente la labor de Phoenix, con
transformación física incluida (aparece excesivamente delgado y
encorvado), lleve a mucha gente a catalogarlo como el mejor del film,
pero enfrente tiene a otro monstruo de la interpretación como es Philip
Seymour Hoffman, socio habitual de Thomas Anderson que llena la pantalla
desde el primer instante que aparece. Frente a la irascibilidad de
Phoenix tenemos una contenida interpretación por parte de Seymour
Hoffman, el cual demuestra, una vez más, su estatus de camaleón aunque
sólo lleve bigote. Por favor que Thomas Anderson siga contando con él
para sus películas, para mi están consiguiendo llegar a la altura de lo
que consiguieron Scorsese-De Niro. Junto a la pareja protagonista
tenemos a la gran Amy Adams descubriéndose como una maquiavélica e
inquisidora titiritera. Adams es otra de mis debilidades a la que poca
pega puedo poner, salvo que si hubiera salido más en pantalla no me
habría importado. Laura Dern aparece brevemente como una de las fieles
de La Causa.
“The Master” es todo un reto para el
espectador. Una película que posee clasicismo y modernidad a partes
iguales y en donde volvemos a disfrutar de un duelo interpretativo de
altura. Fascinante, atrevida, compleja e hipnótica.
Lo Mejor: Su poder de hipnosis. El duelo interpretativo de Phoenix y Seymour-Hoffman bajo la mirada de Adams.
Lo Peor: Un ligero alargamiento en el tramo final, poca cosa.
The Master 2012 720p BluRay DTS x264 AXED [PublicHD]
The Master 2012 720p BluRay x264 SPARKS
The Master 2012 BluRay 720p DTS x264 CHD
The Master 2012 BluRay 720p x264 DTS MySiLU [PublicHD]
Las máscaras de eros
Bakunin
dejó escrito el juicio de la religión como locura colectiva, idea que
fundamenta no poco las teorías que construyeran la antropología cultural
de los años 70. Si la religión es la explicación del conocimiento a
través del relato mitológico, de la pura ficción, los locos como bardos
inspirados deben contener todos y cada uno de ellos el germen de un
profeta.
La nueva y notable película de Paul Thomas Anderson
es, en ese sentido, un ejemplo consistente de cómo los locos no solo no
desconfían entre sí, sino que su desvinculación de la realidad los une
en amistades persistentes. Las relaciones extrañas no son una novedad
para este director, y pueden rastrearse en parte de su filmografía, ya
sea por exageración (Magnolia como un Vidas Cruzadas pasado por una sobredosis de Foster Wallace) o por épicas relaciones dinásticas (la brillante Pozos de Ambición).
La novedad, en este caso, es que esta vez no son un rasgo de la
película, sino que son la película en sí; su razón de ser y el único
hilo narrativo.
La
trama del film es, entonces, un nudo simbólico del sujeto y el maestro,
donde el personaje de un veterano de guerra llamado Freddie Quell (Joaquin Phoenix) se proyecta como antítesis de un seguro gurú llamado Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman).Pero
esto esta trampa edípica, con figura paterna ausente, nos hace olvidar
que no es una relación solo jerárquica. ¿La razón? Hoffman, trasunto
claro de L. Ron Hubbard, busca probar con Phoenix como conejillo
de indias que su proyección religiosa funciona en un segundo sujeto en
riesgo de disolución psíquica ¿Adivinan el primero? El propio Lancaster
Dodd.
Es un mismo arquetipo, claro, solo que Freddie no ha dominado su filo, mientras que Lancaster ha sabido esconder sus debilidades a través de la seducción y la incógnita. ¿Cómo lo hace Lancaster Dodd para dominar a un personaje que no es tan distinto a él? La solución no es otra que la construcción de una inmensa estafa, un entramado religioso, que sirve como pastiche y tapadera de sus vicios. Las constantes elipsis, los sobreentendidos, hacen complicado el análisis de esta pareja en psicoterapia ausente. ¿Cómo mostrar sin diálogos precisos que los dos personajes son paralelos en su disfuncionalidad psíquica? A través de las constantes secuencias en fuera de foco que dejan ver cómo son agentes exógenos, chiflados, en la América de Norman Rockwell y Mad Men.
Este recurso de estilo, popularizado en la última década por esa oda a la alienación naif que fue Lost In Translation,
actúa como símbolo de la incapacidad de integración de los personajes, y
es el paralelismo más marcado. Utilizado por primera vez de manera
narrativa total por Antonioni en la seminal El Desierto Rojo para describir la enfermedad de Monica Vitti,
es en este film de Anderson donde construye de manera narrativa a los
personajes evitando una exposición formal a través de los diálogos.
El personaje de Phoenix es el ejemplo más concreto y sencillo de analizar,
ya que ve cómo cada intento de llevar una vida normal es filmado en bokeh.
Su efímero trabajo de fotógrafo, arruinado por su vehemencia, es
presentado en un montaje que pasa de un enfoque preciso a un desenfoque
absoluto; disolución de lo real paralela a su propio estado mental. Más
tarde en el propio film Lancaster pasa de estar en un plano preciso, en
una pequeña fiesta intelectual neoyorkina, a estar desenfocado cuando se
cuestionan sus teorías. ¿Son personajes paralelos? Más bien, es un
único personaje en distintas etapas. La escena de la cárcel es el
ejemplo claro de esta relación paterno-filial, para algunos homosexual,
que persigue el hilo narrativo del film. Pero ¿cómo controlar esa
evasión? ¿de dónde viene el comportamiento violento y cómo consigue
controlarlo Hoffman?
Ahí está el nudo narrativo y probablemente lo más elíptico del guión: eros.
La negación del sexo a través de un conflicto postraumático, una
sublimación del recuerdo pasado, fundamenta la figura de Quell. Más aún,
las proyecciones amorosas derivadas de su falta de relaciones
deconstruyen un posible desdoblamiento sexual por falta de cónyuge y
alto rigor moral. Pero ¿Y Lancaster? Controlado por una madre
castradora, Peggy Dodd (Amy Adams) parece compartir los traumas
sexuales de Quell, de ahí que existan escenas paralelas con el onanismo
como tema principal. Al final, lo que en principio resultaba una
reflexión del poder en la práctica es un relato de la religión como
consuelo de cierto tipo de frustración sexual. Una especie de remake religioso y masculino de Marnie la Ladrona de Hitchcock con una Marnie desdoblada en dos personajes masculinos.
La tesis póstuma del film es la frustración que acaba como un tipo de proyección religiosa, de figura paterna, ya sea como esforzado aprendiz religioso o pergeñador de imaginación fastuosa. La solución al dilema del creyente o el gurú no es otra que la pareja: cuando Freddie repite las preguntas a su chica del final ve cómo las relaciones son un tipo de dominación no distinta de la religiosa.
Si la castidad o la impotencia parecen ser, así, los motores de la
experiencia mística, ¿no serán acaso las religiones un tipo de gran
onanismo colectivo?
Desde su presentación en Venecia, se ha hablado mucho acerca de la relación de estos dos personajes, unos dicen que es una relación paterno-filial, otros que es sexual...
Creo que es una relación como la de esas personas que se dan cuenta, no al instante, sino poco a poco, de que sienten mucho el uno por el otro, como si se conocieran de antes, como si se pertenecieran... Es una especie de amor muy intenso, pero también problemático, porque probablemente no funcione por varias razones... Es algo que surge entre dos personas en medio de la nada. No sé si eso está claro en la película. Creo que sí. Lo cierto es que no nos centramos en esa confusión en la película, pero creo que queda claro que ambos se atraen, les une algo, una especie de enfado, de ira. Me gusta una escena, cuando Freddy llega a casa y ambos se abrazan y empiezan a tirarse por el suelo. Eso es lo que sienten el uno por el otro. Son como niños, pero no hay rollo homosexual ni nada de eso. No tocamos esa parte. Podría haber sido parte de la historia, tal vez, pero no lo es.
¿Es una relación que podría haberse contado entre hombre y mujer o entre dos mujeres?
Da igual que seas hombre o mujer, además, cuando alguien te hace enfadar, lo más probable es que empieces a discutir. Lo importante es la relación que hay entre ellos, estos personajes empiezan a discutir como los chicos. Creo que ese comportamiento está en todas las personas.
En sus relaciones ¿se considera maestro o discípulo?
¿Qué figura sería hoy El Maestro?
Oprah Winfrey. Todo el mundo hace lo que ella dice que es bueno.
La película se inspiró en Ron L. Hubbard, fundador de la Cienciología...
Sí, hay mucho de él en esta historia, hay muchas cosas que son de Ron L. Hubbard.
¿Ha sido agria la polémica?
No, no hubo mucha polémica... Bueno, sí, pero solo un poco.
Joaquin Phoenix se ha ganado la fama de actor problemático, ¿cómo trabajó con él el personaje?
No es de esos actores a los que tienes que decir qué hacer. Le adoro, me gusta. Le di algunas instrucciones sobre la manera de andar, la colocación de los hombros... pero él ya apareció en el rodaje con el personaje muy interiorizado. Encontró en su cuerpo la forma de reflejar los años y años de abuso del alcohol y el efecto de la guerra en su personaje. Estaba muy delgado y se sentía cada vez más y más cómodo, y fue integrando en el personaje toda esa actitud física. En ningún momento me cuestioné cómo estaba abordando su personaje. La manera en que lo hizo le vino muy bien al personaje y a la historia. Me gustó.
¿Tuvo control sobre él en el rodaje?
Con Philip Seymour Hoffman tiene una relación de complicidad y aquí, al parecer, trabajaron juntos el guion.
Fue un proceso de discusión, hablábamos sobre unas cosas y otras. Leíamos el guion juntos... Me encanta trabajar con Philip... ¿Piensas que otro estaría mejor en el papel?
¡No! De hecho parece que usted si no tiene a los mejores actores no rueda, ¿es así?
Claro, cuando uno ve una película, lo que realmente ve son solo las caras de los actores, aquí ves a Philip o a Joaquin. Cuando empecé en el cine no tenía dinero, solo tenía a los actores. Es verdad que una película se puede hacer de muchas maneras, ahora yo podría hacer una película con mi Iphone, y siempre es duro, pero... esta es mi manera.
Algunos críticos han comparado The Master con la obra de Stanley Kubrick y con su obsesión por la perfección, ¿qué dice a ello?
The Master está en todas las quinielas de los Óscar, ¿quiere ganar?
Lo de los Óscar es una locura. Supongo que estará bien ganar, pero es raro, es como una carrera de caballos. En la actualidad, lo del Óscar es como una carrera de fondo, como una campaña política en la que los equipos de las películas tenemos que mandar anuncios a Variety para que nos tengan en consideración, para que nos presten atención. Es parte del juego. Por desgracia esto es algo que se está convirtiendo en un elemento necesario para ciertas películas que son peculiares. Es una manera de sobrevivir en la taquilla, la verdad, pero yo no me puedo quejar.
Ha rodado en 70 mm., un formato que se usa para escenas espectaculares, películas épicas... La suya es otro tipo de película, ¿por qué hizo esta apuesta?
Sí, The Master no es esa clase de película. Me gusta utilizar algo cuando se supone que no tienes que hacerlo. Da igual lo que esté rodando, lo importante es cómo te sientes con la cámara. Es verdad que ésta no es una película sobre el imperio romano, pero lo importante es cómo lo veas tú y que se vea bien. De esta forma, todo te traslada un poco a la imagen de aquellos años. Sé que hice una buena elección.
Desde su presentación en Venecia, se ha hablado mucho acerca de la relación de estos dos personajes, unos dicen que es una relación paterno-filial, otros que es sexual...
Creo que es una relación como la de esas personas que se dan cuenta, no al instante, sino poco a poco, de que sienten mucho el uno por el otro, como si se conocieran de antes, como si se pertenecieran... Es una especie de amor muy intenso, pero también problemático, porque probablemente no funcione por varias razones... Es algo que surge entre dos personas en medio de la nada. No sé si eso está claro en la película. Creo que sí. Lo cierto es que no nos centramos en esa confusión en la película, pero creo que queda claro que ambos se atraen, les une algo, una especie de enfado, de ira. Me gusta una escena, cuando Freddy llega a casa y ambos se abrazan y empiezan a tirarse por el suelo. Eso es lo que sienten el uno por el otro. Son como niños, pero no hay rollo homosexual ni nada de eso. No tocamos esa parte. Podría haber sido parte de la historia, tal vez, pero no lo es.
¿Es una relación que podría haberse contado entre hombre y mujer o entre dos mujeres?
Da igual que seas hombre o mujer, además, cuando alguien te hace enfadar, lo más probable es que empieces a discutir. Lo importante es la relación que hay entre ellos, estos personajes empiezan a discutir como los chicos. Creo que ese comportamiento está en todas las personas.
En sus relaciones ¿se considera maestro o discípulo?
"Hoy en día, la figura de El Maestro sería Oprah Winfrey: todo el mundo hace lo que ella dice que es bueno"
No
lo sé... Es un sentimiento variable. Me siento maestro o discípulo,
depende. Es un sentimiento completamente distinto unas veces de otras.
Ahora me están haciendo muchas preguntas y yo me siento a dar una
respuesta intelectual sobre mi película, como un maestro, pero en la
habitación de arriba [la entrevista se hizo en un hotel de París] tengo
tres hijos a los que tengo que cambiar los pañales, meter en la cama y
con los que me siento un aprendiz como padre. Es muy jodido sentirte un
maestro como se siente él, el personaje de Philip Seymour Hoffman, pero
él es él. ¿Qué figura sería hoy El Maestro?
Oprah Winfrey. Todo el mundo hace lo que ella dice que es bueno.
La película se inspiró en Ron L. Hubbard, fundador de la Cienciología...
Sí, hay mucho de él en esta historia, hay muchas cosas que son de Ron L. Hubbard.
¿Ha sido agria la polémica?
No, no hubo mucha polémica... Bueno, sí, pero solo un poco.
Joaquin Phoenix se ha ganado la fama de actor problemático, ¿cómo trabajó con él el personaje?
No es de esos actores a los que tienes que decir qué hacer. Le adoro, me gusta. Le di algunas instrucciones sobre la manera de andar, la colocación de los hombros... pero él ya apareció en el rodaje con el personaje muy interiorizado. Encontró en su cuerpo la forma de reflejar los años y años de abuso del alcohol y el efecto de la guerra en su personaje. Estaba muy delgado y se sentía cada vez más y más cómodo, y fue integrando en el personaje toda esa actitud física. En ningún momento me cuestioné cómo estaba abordando su personaje. La manera en que lo hizo le vino muy bien al personaje y a la historia. Me gustó.
¿Tuvo control sobre él en el rodaje?
"Joaquin Phoenix es muy disciplinado, tiene mucho más control de lo que aparenta"
Quiero
creer que sí, él es tremendamente trabajador, muy colaborador,
inteligente, es un gran actor. Es una gran persona, da gusto trabajar
con él. Su interpretación es increíble, es como si un mono hubiera
entrado en el estudio donde estábamos rodando. Es un actor muy
instintivo, pero tiene mucho más control de lo que aparenta, es muy
disciplinado. Ya sé que no da esa sensación, que parece todo un
accidente, como si no lo pudiera remediar. Es un actor genial, uno de
los mejores.Con Philip Seymour Hoffman tiene una relación de complicidad y aquí, al parecer, trabajaron juntos el guion.
Fue un proceso de discusión, hablábamos sobre unas cosas y otras. Leíamos el guion juntos... Me encanta trabajar con Philip... ¿Piensas que otro estaría mejor en el papel?
¡No! De hecho parece que usted si no tiene a los mejores actores no rueda, ¿es así?
Claro, cuando uno ve una película, lo que realmente ve son solo las caras de los actores, aquí ves a Philip o a Joaquin. Cuando empecé en el cine no tenía dinero, solo tenía a los actores. Es verdad que una película se puede hacer de muchas maneras, ahora yo podría hacer una película con mi Iphone, y siempre es duro, pero... esta es mi manera.
Algunos críticos han comparado The Master con la obra de Stanley Kubrick y con su obsesión por la perfección, ¿qué dice a ello?
"Mi imaginación no es suficientemente buena como para que yo tienda a la perfección"
No,
nada de eso, tampoco sé que entienden ellos por perfección, no es nada
fácil lograrlo. Para mí es terrible buscar que todo sea perfecto, de
hecho, lo odio, sobre todo porque es como un corsé, y yo estoy abierto
cuando ruedo, no me gusta sentirme limitado. Es genial cuando trabajas
con alguien y esa persona te sugiere cosas, esa es la forma en que me
gusta trabajar. Además, mi imaginación no es suficientemente buena como
para que yo tienda a esa perfección.The Master está en todas las quinielas de los Óscar, ¿quiere ganar?
Lo de los Óscar es una locura. Supongo que estará bien ganar, pero es raro, es como una carrera de caballos. En la actualidad, lo del Óscar es como una carrera de fondo, como una campaña política en la que los equipos de las películas tenemos que mandar anuncios a Variety para que nos tengan en consideración, para que nos presten atención. Es parte del juego. Por desgracia esto es algo que se está convirtiendo en un elemento necesario para ciertas películas que son peculiares. Es una manera de sobrevivir en la taquilla, la verdad, pero yo no me puedo quejar.
Ha rodado en 70 mm., un formato que se usa para escenas espectaculares, películas épicas... La suya es otro tipo de película, ¿por qué hizo esta apuesta?
Sí, The Master no es esa clase de película. Me gusta utilizar algo cuando se supone que no tienes que hacerlo. Da igual lo que esté rodando, lo importante es cómo te sientes con la cámara. Es verdad que ésta no es una película sobre el imperio romano, pero lo importante es cómo lo veas tú y que se vea bien. De esta forma, todo te traslada un poco a la imagen de aquellos años. Sé que hice una buena elección.
A la sexta va la vencida: Sydney (1996), Boogie Nights (1997), Magnolia (1999), Punch-Drunk Love (2002), There Will Be Blood (2007) y The Master (2012). El cine de Paul Thomas Anderson ha pecado siempre de ambicioso. Y digo lo de “pecar” desde una perspectiva pagana, es decir, que me parece estupendo. Y digo lo de “ambicioso” en el sentido de querer alcanzar tanto un lenguaje propio como una visión trascendente del mundo. “Trascendente” en el sentido no religioso del término sino poético (aunque “religioso” y “poético”, en realidad, son la misma cosa en lo profundo).
ENLACES/FUENTES:
http://cinemadreamer.wordpress.com/2013/01/10/the-master-de-paul-thomas-anderson/
http://cineypolitica.blogspot.com.ar/2013/01/oscar-2013-i-master-de-paul-thomas.html
http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com.ar/2013/01/the-master-idem-2012-de-paul-thomas.html
http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/112983.html
http://www.jotdown.es/2013/01/the-master-de-paul-thomas-anderson/
http://www.publico.es/culturas/448390/paul-thomas-anderson-los-oscar-son-como-una-campana-politica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario