El primer post que escribí para vicisitud y sordidez hablaba de nuestro
viejo amigo Uwe Boll. Allí ya adelanté uno de los motivos por los que me
fascinaba este tipo: no se trataba, como la chavalería indocumentada andaba
diciendo por aquellos entonces, del nuevo Ed Wood. Boll era el nuevo Albert
Pyun.
Digo ‘por encima’ porque no haré un recorrido al uso de su
filmografía. Entre otras cosas porque hay que estar muy mal para haberse visto
toda la obra de este prolífico y orondo director. Así que intentaré transmitir
las constantes del director de manera somera en el próximo párrafo:
Cyborgs, grandes angulares, post apocalipsis, cámaras
lentas, ochenterismo, caos narrativo, focazos, John Woo, kickboxing, steady
cam, más cyborgs, planos molones porque sí, ritmo de un niño de cuatro años
tocando una batería de juguete. Y cyborgs.
Es obvio aclarar que Albert no es un director de dramas ni comedias. Como los hermanos Pang o Nick Rotundo, su apellido le condicionó de nacimiento para hacer películas de hostias. Y una de ellas en particular es la que probablemente fuera vuestro primer encontronazo, de cara y con severo traumatismo craneoencefálico, con este director. Me refiero a su épica vandamiana ‘Cyborg’, uno de los últimos productos (de hecho, el último lanzado en salas) de… ¡La Cannon!
-Que si el Van Damme ese no era un Cyborg, ¿por qué coño titulaban así la peli?
¡Qué inocente, indocumentado y gilipollas era! El tiempo me ha llevado a relativizar esa afirmación y a avergonzarme de ella. Y a descubrir que el título original era ‘Slinger’, lo cual, seamos sinceros, es un dato totalmente prescindible, excepto para entender el título de la secuela ‘Cyborg: Rise of the Slingers’ en la que está trabajando ahora. Pero no adelantemos acontecimientos.
Claro que Albert tenía su trayectoria antes de llegar a la Cannon. Y es ahí donde yo empiezo a interesarme de verdad en este director. Porque su primera película fue la muy mítica ‘The Sword and The Sorcerer’, también conocida como ‘Cromwell, rey de los bárbaros’ gracias a un distribuidor español seguidor de la tradición de principio de los 80 de parecerse en el título lo más posible a ‘Conan el bárbaro’. Y que, sin embargo, tiene mucho más que ver con ‘Los Tres Mosqueteros’ y con las pelis de Toshiro Mifune. Porque Pyun era, atención, amigo del actor japonés y sus primeros pasos los dio junto a él en Japón. Probablemente emborrachándose de sake.
Para muchos, se trata de la mejor peli de su director. Sea o no su obra cumbre (que no lo es, como veremos más adelante), ya presenta ciertas constantes de Pyun: confusión temporal, su buen puñado de subtramas que nunca se desarrollan del todo y, sobre todo, molonería visual PORQUE SÍ.
¡Filtros!¡Esteticismo!¡ÉPICA!¡Saltos imposibles!¡Espada absurda!¡Plano sin sentido! Pero, sí: Mola. Mucho. Es como ese momento en ‘Golpe en la Pequeña China’ en la que los tres malos, antes de lanzar sus cuchillos, dan una voltereta. ¿Sirve para algo? No. ¿Mola? Sin duda. Una lección que ya aprendió Uwe Boll en House of the Dead (titulada con gran acierto ‘La casa del espanto’ en Argentina) cuando hizo que un zombi lanzara un hacha dando una voltereta.
Y es que Pyun sabe hacer imágenes que se te quedan en la mente como gonorrea en las partes inferiores. Lo de contar una historia decente con ritmo es algo totalmente diferente. De hecho, antes de que Pyun fuera ‘El Enemigo Público del Cine ™, ya críticos Roger Ebert le pillaron el punto cuando, en su reseña de la época sobre la primera peli del director con la Cannon, ‘Los Centinelas’, comentó: “Esto es un ejercicio técnico, una clase de cine diseñada para mostrar que el creador puede manipular las herramientas de su oficio para su propia satisfacción”. O lo que es lo mismo: un pajero visual. La reseña tenía cero estrellicas, pero, feck, al menos le reconocía buen ojo al, por entonces, chaval. (El flim ese es una cosita un tanto rollo que se distingue por poner mucha música ochentera y focazos tremendos en las escenas nocturnas, amén de la participación de Carey Lowell, uno de los mitos eróticos de los '80s).
Pyun siguió con la Cannon varias películas más porque Menahem sabía reconocer el talento de mierda cuando lo veía. Sin embargo, primero hizo una escapada con Charles Band que no he visto, llamada ‘Vicious Lips’. Pero teniendo en cuenta que presentó una gran innovación cinematográfica, la prostituta extraterrestre de tres tetas, YA ESTOY TARDANDO. De vuelta a Cannon, hizo ‘El Tesoro de San Lucas’, una especie de ‘El misterio de la pirámide de oro’ sin elementos sobrenaturales y con menos gracia (comparar películas muy oscuras con películas ligeramente oscuras: placer de freak diletante). La siguió ‘Alien from L.A.’, importante por varios motivos: el primero, porque vuelve a introducir su pasión por escenarios apocalípticos que ya se dejó ver en su segundo flim ‘Sueños radiactivos’ (de la que no hablaré porque acabo de hacerlo ahora mismo. Joer.) El segundo, porque supuso la existencia de otra película. Una de las más lamentables de la historia del cine.
Yo he visto mucha mierda. Pero pocas que realmente me hayan sentado psicológicamente mal. El equivalente a meterse en el cerebro un bocadillo de criadillas con morcilla y nocilla. ‘Viaje al centro de la tierra’, siguiente película no acreditada de Albert Pyun, es una de ellas.
Resulta que la Cannon estaba a punto de implosionar por
hacer el mal en forma de contabilidad creativa. Pero como había vendido los
derechos de una adaptación de Verne que comenzó a rodarse tres años antes,
tenía que cumplir sus compromisos con los distribuidores internacionales. ¡El
futuro de Ízaro Films Espppaña en peligro! Así que Menahem, que no tenía dinero
para terminar los efectos especiales de la película dirigida por un tipo con
nombre de refresco de soda llamado Rusty Lemorande, pilló la secuela de ‘Alien
from L.A.’ y la pegó detrás de 10 minutos ya rodados de ‘Viaje al centro de la
tierra’. O eso dice la IMBD y Albert Pyun. Una vez visto el resultado y llorar
de vergüenza y pena por el director original, queda claro que Pyun aprovechó
los escenarios de su anterior obra para rodar en dos días cualquier cosa que
pudiera llamarse ‘película’. Él dice que se siente avergonzado de “cómo
pillaron su filme y lo pusieron detrás de los planos de la de otra persona”.
Pero la presencia de actores de una en la otra me hace sospechar de sus
afirmaciones, pues más bien revela que Albert fue aquí un mercenario al
servicio de la Cannon y ahora se avergüenza del mal realizado.
Albert Pyun se avergüenza de la película. Recapacitad sobre esa frase.
¿Dónde ir tras esta horrible experiencia con Menahem? Pues directamente a otra horrible experiencia con Menahem. Porque si sus películas no son coherentes, ¿por qué cojones lo va a ser él?
Tras cerrar la Cannon, a Golan le quedaban pelas todavía para un paquete de Chester, una bolsa de hielo y los derechos de ‘Capitán América’. Así que, una vez le dejó a Pyun rodar la oscura ‘Deceipt’ en tres días, insistió en su visión de que Albert era quien tenía que realizar su gran película de súper héroes. La que reverdecería los laureles del israelí. Solo que faltaba un insignificante detalle: Dinero.
Quién sabe. Puede que Pyun hubiera podido hacer una peli divertida de El Capitán América. O más bien no. Pero desde luego que su visión, en sus propias palabras, ‘psicológica del personaje’ no pudo llegar a ninguna parte. Porque se vio perdido en algún lugar de Yugoslavia esperando, día sí, día no, que apareciera un tipo con un maletín para ir pagando esas tonterías como sueldos, película o, qué se yo… comida.
El resultado es bien conocido por internet. La peli incita al noble arte de abrir agujeros en la pared de tu casa a cabezazos. Algo que se complica si encima tienes gotelé. No porque te pinches más en la frente, sino porque ver ‘Capitán América’ y gotelé al mismo tiempo es peor para la salud que meterle un dedo en el culo sin permiso a Mr.T. Así que pasemos a la segunda etapa de la carrera de Albert: Pyun el artesano.
En casi todas las películas comentadas, el director intentaba poner su impronta estética como fuera. Sus focazos, sus angulares, sus cámaras lentas, sus ideas de guión… todo un artít-ta. Pero tras ver su ‘Capitán América’ hecho una mierda, cómo le cambiaron el montaje de Cyborg (¿quizá para que se entendiera?) y cómo le quitaron el montaje final de ‘Sueños radiactivos’ y ‘Cromwell, Rey de los bárbaros’, decidió que era el momento de dejar de luchar por la integridad de su obra, convertirse en un artesano y ponerse voluntario a cualquier palabra o acto amoroso de productor.
Lo gracioso de todo esto es que, cuando años después recobró el control total sobre sus películas, la cosa se puso mucho más lamentable y, al mismo tiempo, delirante. Poco a poco, parecía que se le iba olvidando eso de cómo hacer una película. Pero esta historia la dejaremos para la segunda parte del post. Que es verano y ver más de cuatro páginas es algo que seguro que le provoca a los lectores una sensación de aburrimiento y desorientación mayor que la mía tras un maratón de películas de Albert Pyun. Porque Pyun se mete en tu mente. Anida en tu cerebro. Y caga en él.
La segunda parte completa, aquí: http://vicisitudysordidez.blogspot.com.es/2012/08/albert-pyun-y-yo-parte-2-de-3.html, dejo mi resumen.
En 1992, se preparó para hacer su gran ÉPICA cyborg-cyberpunk-kickboxer. El retorno del Albert de verdad. El de la risa. La peli fue ‘Nemesis’. La quintaesencia de Pyun, por mucho de que, otra vez, se quejase de que perdió en el montaje final.
La película, sobre todo su desorientador comienzo, está llenita de saltos temporales y obtusas subtramas de conspiración. De repente, sin saber dónde estamos ni por qué, te puede aparecer un personaje (recuerdo a Thomas Jane ensañando el culo) hablando muy seriamente de algo que no comprendemos muy bien y que realmente dudo que al final de la peli se entienda del todo.
Aun así, ‘Nemesis’ es, atención, la tercera mejor película de Pyun que he visto. Y, desde luego, la mejor para conocer profundamente el estilo del director. El flim fue protagonizado por una columna con patas llamada Olivier Gruner, que iba a ser el nuevo Van Damme, pero se quedó en 'dame aaaargo, paaayo'.
‘Némesis’ engendró una camada de secuelas deformes y pobretonas que ni siquiera tenían a Olivier Gruner. Así que pasaré de ellas y me iré directamente a su siguiente proyecto de envergadura, saltándome su película con Andrew Dice Clay porque no quiero borrar mi recuerdo de ‘Las aventuras de Ford Fairlane’. ¿De qué iba su nueva producción de cierta solvencia y con algún actor decente?
‘Knights’ es digna de ser reseñada por varios motivos. Es una de las pocas películas más o menos entretenidas de Pyun. Protagonizada por un Kris Kristofferson al que doblan hasta para estornudar en el papel de un cyborg que busca matar a otros cyborgs-vampiros (no preguntéis), el flim tiene incluso ritmillo. Además, está rodado con ese brío de steadycam y lentes de ojo de pez que permiten, por supuesto, que los planos se vea molones y, más importante, que todo esté enfocado. Como en el porno gonzo, pero con Lance Henriksen. Así ahorras en días de rodaje y presupuesto. La cinta hace además gran uso de uno de los recursos favoritos de Albert que aparecerá sin interrupción en sus siguientes películas: el subjetivo del disparo o arma arrojadiza. He de reconocer que es un plano que me encanta, y que rebobinaba la peli varias veces para repetirlo. Claro que, para cuando ya lo había utilizado unas ciento treinta veces más en ‘Adrenalina’ u ‘Omega Doom’, sus dos siguientes películas de cierto empaque, ya estaba de ellos hasta concretamente la parte interior del escroto.
Si ‘Knights’ era una muestra de las ligeras virtudes de Pyun, ‘Omega Doom’ es un catálogo de sus horrores. El finstro, protagonizado por Rutger Hauer, es una obra totalmente personal del director. No sé si recordaréis que ya comenté su amor por Toshiro Mifune y las películas de samuráis. Unámosle su gusto por Sergio Leone. Así que un día se levantó de la cama, se tomó un café sin sacarina, se golpeó la cabeza contra un muro de hormigón y gritó: ¡Ya sé cómo mejorar ‘Yojimbo’ y su remake ‘Por un puñado de dólares’! ¡Con… CYBORGS!
Adrenalina, por sus partes, es una película extraña dentro de la obra de Pyun. No porque sea buena, válgame feck, sino porque básicamente no tiene trama. Es lo que se conoce como ‘porno de túneles’: un grupo de policías futuristas (creo que ninguno es un cyborg) se mete por unos subterráneos a perseguir a un mutante que cumple la famosa regla de teletransportación de Jason Voorhees. A continuación, festival de subjetivos de disparos y tontadas varias. ¡Pero al menos sale Christopher Lambert! Cualquier película con Connor McCleod siempre tiene algún mínimo interés, aunque sea 'Beowulf'. O más bien no. Pero quizá en ello pensaba Albert cuando se le ocurrió darle el papel más o menos protagonista de 'Mean Guns', su mejor película.
Pero, por mucho que me pese decirlo al ser fan de 'Cromwell, Rey de los Bárbaros', 'Mean Guns' es la joya escondida en la filmografía de nuestro rotundo héroe. Lo voy a decir claro: si esta película estuviera dirigida por John Woo, Quentin Tarantino llevaría años dando la tabarra diciendo que es una de las mejores de la historia.
La película es una de esas ideas surgidas de una limitación
presupuestaria: Pyun tenía unos tres días para rodar algo en una prisión
a punto de abrirse. Así que se le ocurrió la siguiente trama: un grupo
de mafiosos que han traicionado a la organización principal son reunidos
en una prisión a instancias de Ice T. Gracias a peich no les
canta un rap, sino que les da un montón de armas y les dice que se maten
los unos a los otros. Los tres que queden en pie, ganan el perdón y un
premio. Y, a partir de ahí, a liarse a tiros.
Pero el flim tampoco fue a ninguna parte. Como la propia carrera de Pyun. Intentó rodar una película más con vistas a cierta distribución cinematográfica: ‘Postmorten’. Una especie de clon de combate de ‘Seven’ bastante más contenida de lo normal para Albert, y con Charlie Sheen.
En el 2001, mirando las revistas de cine, me encontré con una sorpresa: Filmax (¡Filmax PRESENTA!) anunciaba el estreno de 'Tiempo límite', una peli dirigida por Albert Pyun. El shock no fue tan grave como para que perdiera el conocimiento, porque el reparto del flim en cuestión era inesperado: estaba protagonizado por Steven Seagal en su etapa de transición entre simple gordo a inmenso tapón de alberca. Esto es, justo antes de esos productos directos a video en los que ya sólo pegaba tiros y los extras tenían que acercarse a 10 centímetros para que les quitara la pistola, no fuera a ser que Steven sudara un poco y le diera un ataque al corazón. Eran unos tiempos en los que el actor empezaba a ser pasto de videoclub en Estados Unidos, pero todavía podía estrenar en Europa con cierta repercusión. De hecho, al año siguiente, y a pesar de haber trabajado con Albert Pyun, todavía consiguió un colar un peli más en salas a nivel mundial.
Tras ‘Tiempo Límite’, Pyun las pasó canutas. Tres años sin rodar para un señor que se hacía tres o cuatro películas en los 90 tenía que causar síndrome de abstinencia. Así que se metió junto con un sospechoso productor llamado John Laing en un lío que acabaría lamentando. Juntos pidieron un préstamo al gobierno de Guam, una isla del Pacífico que hay que ser concursante de ‘Saber y Ganar’ para situar en un mapa en blanco. El objetivo de los lugareños era que la película ayudara a crear una infraestructura cinematográfica en el país. Obviamente, Laing no devolvió el préstamo de Guam.
Es éste el momento en el que Pyun decide producirse en adelante sus películas para no tener que lidiar con gentuza. Y en el que entra en juego una señora llamada Cynthia Curnan. Ahora, Pyun había encontrado el amor, se iba a dejar de gilipolleces e iba a digievolucionar al modo Pyunartít-ta Sumo que tantas alegrías y hemorragias cerebrales ha producido.
La idea de ‘Invasion’ era hacer una peli en plano secuencia. Pero de verdad. Sin trucos de corte. Y con la cámara fija encima de un coche. De noche. ¡Que le den por culo a 'El Arca Rusa', rodada en palacios y con tres montadores acreditados! Joder: nada más que por los cojones tamaño pequeño exoplaneta del sistema solar más allá de Plutón, fue la primera de Pyun que realmente tuve ganas de ver en muchos años.
Tras sentirse a gusto consigo mismo al hacer ‘Invasion’, Pyun rueda ‘Cool Air’, de la que hablaré más adelante, y se va a Argentina para otra película grabada en video. Una de las más terribles de su carrera.
Intentaré transmitir la sensación que produce ver la película: es como si Pyun se hubiera descargado una aplicación de edición. De las gratuítas, claro. Y, según termina el rodaje, se pone a utilizar su nuevo juguete A FONDO: congelados, superposiciones, virados de color… sólo falta la cortinilla de estrella para hacer una trabajillo fino, fino.
La historia que cuentan al principio de la peli viene a ser más o menos así: una prostituta estaba enamorada de un predicador en un pueblo de Nuevo Méjico que, por la vegetación, debe de estar situado más o menos a 20 kilómetros de Buenos Aires. El cura la deja, por lo que ella y sus amigas matan a todo el asentamiento.
Eso sí, al menos tiene su… no sé…
… subtexto interesante… amos, no me jodas…
… bueno... se podría decir que hay una fotografía que no es
del todo de video de BodaBautizosComuniones y cierto interés por desarrollar a
los personajes y que la película progrese normalmente.
A veces me he preguntado cómo es posible que un director como Jesús Franco, después de años y decenas de películas, no haya aprendido ha dirigir aunque sólo sea por pura insistencia. Pero que Pyun haya, de hecho, retrocedido a niveles de amateur con esta cosa me parece mucho más fascinante.
Al final, salió una edición más cercana a lo que quería Pyun, con Michael Paré haciendo de Talon y que otra vez fue modificada por la distribuidora. Quizá para bien. Pero está mal juzgar una película incompleta. Algo con lo que Pyun se ha enfrentado varias veces en los últimos años. Por ejemplo, con 'Road To Hell'.
En 2008, Albert se reúne con el antes mencionado Michael Paré, probablemente celoso del monopolio que Uwe Boll ha tenido sobre la carrera reciente de este actor, y decide hacer su propia continuación de una de sus pelis favoritas: ‘Calles de fuego’. Apócrifa, claro. Pero incluso consigue que Deborah Van Valkenburgh, que interpretaba a la hermana de Paré en la peli de Walter Hill y que ya había aparecido en ‘Mean Guns’, repita también su personaje. No quiero hablar de la trama de la película porque, si todo va bien, lo dejaré para la cuarta y última parte de esta saga de posts una vez la vea. Sólo me queda claro que suena tanto a ‘Calles de fuego’ como ‘It’ de Stephen King a un capítulo de ‘Los Lunnis’.
Así que en 2008 Pyun rueda la peli… y se le jode todo lo grabado por problemas de cámara. Y se tiene que tirar años intentando arreglarlo todo. Ya que está en ello, se dedica a sacar versiones de trabajo de sus montajes de ‘Cyborg’ y ‘Capitan America’ en la que el fan de verdad de Pyun puede disfrutar de ligeros cambios de tramas y encuadres con una calidad de imagen de VHS de tercera generación. Eso sí: con banda sonora nueva. No sé si con ello consiguió dinero, pero el caso es que, tras proyectar una versión medio restaurada de 'Road To Hell' y ante elcachondeo del público, decide rodar nuevas escenas con todo un personaje nuevo: una cantante hija del protagonista. Para así poder meter música de Jim Steinman que, reconozcámoslo ya: es lo que mola de la peli original.
En Bulletface, Dara (Victoria Maurette) es una agente de la DEA que, protegiendo a su hermano, es detenida y encarcelada en una prisión de pesadilla en Tijuana, una cárcel en la que los funcionarios cosechan órganos de los presos para venderlos. Mientras, el hermano de Dara es asesinado por un cabecilla de la droga, que ha creado una nueva droga hecha a partir del líquido espinal humano. Estos nuevos drogadictos se acaban convirtiendo en algo no muy humano, y cientos de cadáveres aparecen por la frontera. Un agente del FBI soborna a los funcionarios de la prisión para que Dara pueda salir y vengar a su hermano, así como acabar con el cabecilla del modo que los gobiernos federales no pueden hacer. Dara tiene solo 60 horas para cumplir su misión y regresar a la cárcel para cumplir su sentencia de 20 años, o el agente del FBI tomará su lugar... (FILMAFFINITY)
Victoria Maurette, carne argenta.
Nidodecuervos ha entrevistado en exclusiva a la actriz y cantante argentina Victoria Maurette, conocida por ser la protagonista de films como "Left For Dead" o más recientemente del thriller "Bulletface". A sus 27 años de edad, Victoria ha vivido intensas experiencias artísticas en cine, teatro y televisión e incluso actuaciones musicales que van desde pequeños clubs nocturnos hasta grandes estadios.
En 2007, el director de culto Albert Pyun ("Cyborg","The Sword and the Sorcerer"), cayó rendido a sus pies dándole el papel protagonista de su film " Left for Dead" ("El Maldito Oeste"), un spaguetti western de terror en el que Maurette hacía el papel de Clementine Templeton, y por el que ganó el premio a mejor actriz en el VIII Festival Buenos Aires Rojo Sangre.
En 2008 participó en el film de terror "Dying God" y en 2009 protagonizó el drama "Los Angeles" de Juan Baldana. En 2010, protagoniza de nuevo un film de Albert Pyun, "Bulletface", un thriller con pinceladas de ciencia ficción que cuenta una historia de venganza y que contiene una fuerte carga sexual.
- ¿Recuerdas alguna anécdota curiosa que sucediera durante la grabación de tu último film "Bulletface"?
Esa peli fue super fugaz, la filmamos en cinco días si no me equivoco. Imagínate, yo estaba en casi todas las escenas así que no pare de trabajar. Fue muy lindo conocerlo a Steven Bauer y poder compartir escenas con el. Es una muy buena persona y compañero. Me acompaño muchísimo durante el rodaje, me divertí mucho con el. Algo curioso que paso cuando estuve allá, fue que casi todos los autos donde me subí en esos días, se terminaron rompiendo. La primera mañana que me vinieron a buscar, antes de llegar al hotel, se les rompió el auto, cosa que no les había pasado antes. Una noche en el auto del productor yendo a cenar, se nos rompió en el camino, cosa que tampoco le había pasado antes. En fin, a dos o tres autos más les paso lo mismo. Yo me sentía la maldición de los autos. Muy gracioso....y en cinco días solamente paso todo esto!
Albert Pyun's ode to Walter Hill's Streets on Fire explores its hero's dark journey through hell as he seeks the only thing that still matters to him: his only daughter.
Albert Pyun’s Road to Hell is the kind of demented film only a very specific audience will be able to appreciate. For anyone who is familiar with the filmography of Mr. Pyun, a wide array of feelings and emotions will ensue and come to a boil when his films The Sword and the Sorcerer, Radioactive Dreams, Cyborg, or Captain America are brought up in conversation. Many people vehemently abhor his style of filmmaking, and others – like myself – consider him a true artist, despite that his canvas has gotten smaller and smaller and his brush has been missing more than a few bristles for quite a long time now. It’s easy to deride Pyun’s work for being “cheap,” “ugly,” or even “garbage” as I’ve heard his work called for years. But you know what? He makes movies that matter to him and to his fans, and even when he made Tales of an Ancient Empire, which was a long-belated sort-of follow-up to what many consider his best film, The Sword and the Sorcerer, I was still more than willing to forgive him for that messy misstep because he, like all of my favorite authors or favorite filmmakers, has made more work that I’ve enjoyed over the years than works I didn’t.
Tales of an Ancient Empire (which was written by his producer and partner, Cynthia Curnan) was not a good film for a lot of reasons, but he put his heart into it, and if the end result was a “travesty” or a “slight” to all the Sword and the Sorcerer fans out there, then I say “So what? Get over it.” I don’t hold it against him for returning to that fantasy world with his fluctuating style and sensibility. It took him years to finish it. But he DID finish it with the meager funds he had available, despite the fact that the end result felt rushed and incomplete.
And now there is Road to Hell. I call it demented because there’s really no other word for it. For those who know nothing about it, let me briefly explain what it’s about. If you’ve seen the 1984 film Streets of Fire, directed by Walter Hill, then you’re halfway there. Streets of Fire is a kind-of rock fable that takes place in a non-realistic fantasy world of neon lights and slicked streets where rockabilly gangs roam around looking for trouble, and where the film’s monotone hero, Cody (played by Michael Pare) finds a crossroads between true love and real bad business when his world collides with a rock star named Ellen Aim (Diane Lane). That film ends with Cody leaving his true love because he can’t imagine himself holding her guitar for her, so to speak, and he drives off into a neon-lit question mark of a future.
Albert Pyun loved Streets of Fire so much that he made Road to Hell, which is technically not a sanctioned sequel, but by every right and reality he and his writing and producing partner, Cynthia Curnan, wrote and created Road to Hell as a pseudo-homage / follow-up to Walter Hill’s film. Calling it a sequel isn’t fair, I suppose, but NOT calling it a sequel isn’t really fair either. Let’s call it a fevered dream or a crimson-tinged nightmare from the minds of both Pyun and Curnan, and within the dream/nightmare is the sequel for Streets of Fire as they imagined it would be. It stars Michael Pare in the same role of Cody, but even though he’s playing the same character and he’s the same actor from the first movie, it’s like he’s the homicidal, misogynist evil twin of Cody because the first half of the film has him playing a version of Cody that is actually very similar to the “Hitcher” character Rutger Hauer played in Eric Red’s film of the same name. Cody in Pyun’s film is a veteran of a foreign war, and now he’s more prone to whip out his Rambo blade to slash any potential threat than to crack wise or act tough. Cody is a psycho killer here, plain and simple.
The film is divided into two halves. The first half is the crazed, nightmarish portion that feels completely out of tune to what made Streets of Fire so interesting. It has Cody meeting two blonde female thrill killers on the shoulder of a stretch of desert in the middle of what might very well be hell itself. Cody exhibits some very out-of-character behavior such as punching women (repeatedly) in the face, tying them up, berating them and stripping them, and later resorts to startling and unexpected murder. If this is the same Cody from Streets of Fire, I’d like to see the flashbacks that made him this way. The scenes within this first portion of the film are haphazardly presented, but still strangely compelling in their hot and fevered manic depravity. This is the half that fans of Streets of Fire are going to hate. Luckily, I’m not a big fan of Streets of Fire so I was able to be objective and see the entire film as simply a movie of its own, but more importantly as an ALBERT PYUN film. I went with the strange flow, which led to the second half of the movie.
After the desert scenes, Cody goes to Las Vegas, where his estranged daughter, now a rock star like her mother, the late Ellen Aim, is putting on a concert. Cody meets her (rather easily and conveniently) backstage and they have a quick bit together where she both embraces him and repels him. Remember, story-wise he’d just stripped and murdered at least one other character a few hours previous, and now he’s at his daughter’s concert, getting teary-eyed as he watches and listens to her sing the best songs from Streets of Fire. So Cody makes an appearance in his long-lost daughter’s life, and the movie ends. This is the half that fans of Streets of Fire will understand and warm up to a little easier.
Road to Hell had four days of principle photography, and two extra days on the backend. Six days of filming and four years of post-production. I won’t even begin to describe what Pyun went through to see this movie through to the finish line. He is a filmmaker perpetually carrying his cross to his prolonged crucifixion. I believe in him, I do. I always want to see Pyun and filmmakers like him succeed. He is a man hell-bent on making his dreams a reality. Hollywood and its machine-like industry has no respect or patience for him. His movies don’t always live up to their potential, and he’s mocked all the way to the hill where he finally rests to be slain. Did I like Road to Hell? You know what? It doesn’t matter. It exists, and because it does and because Pyun made it, I’ll be the first one to buy the DVD when it is released (we’ll see how long THAT takes). Do I recommend Road to Hell? Let me be clear: Road to Hell is a movie for the curious. If you’re even the slightest bit curious about it, then I recommend you see it. If you have already made up your mind to hate it, then I guarantee you that you will hate it. Road to Hell leaves no room for margin. There is only forgiveness for this film if you have already decided to forgive it and to forgive Albert Pyun. Albert Pyun, I forgive you. Albert Pyun, I believe in you. Thank you for making Road to Hell. I’ll be there when you finish another one.
Filmografía ranqueada en imdb.com como director:
- (7.63) - Cool Air (2006) (V)
- (7.35) - "The Fifth Corner: Eva (#1.2)" (1992)
- (6.67) - Road to Hell (2008)
- (6.50) - Deceit (1992)
- (6.30) - Sorcerers (1998)
- (5.61) - Vicious Lips (1986)
- (5.54) - Radioactive Dreams (1985)
- (5.52) - Dangerously Close (1986)
- (5.48) - The Sword and the Sorcerer (1982)
- (5.48) - Mean Guns (1997)
- (5.43) - Down Twisted (1987)
- (5.43) - Raven Hawk (1996) (TV)
- (5.35) - Infection (2005)
- (5.19) - Nemesis (1992)
- (5.17) - Dollman (1991) (V)
- (5.15) - Bloodmatch (1991)
- (5.08) - Postmortem (1998/I)
- (4.98) - Brain Smasher... A Love Story (1993) (V)
- (4.97) - Spitfire (1995)
- (4.88) - Blast (1997)
- (4.78) - Hong Kong 97 (1994)
- (4.70) - Cyborg (1989)
- (4.69) - Arcade (1993) (V)
- (4.41) - Max Havoc: Curse of the Dragon (2004)
- (4.41) - Bulletface (2010)
- (4.31) - Knights (1993)
- (4.31) - Left for Dead (2007/I)
- (4.03) - Nemesis 2: Nebula (1995) (V)
- (4.03) - Nemesis 4: Death Angel (1996) (V)
- (4.02) - Omega Doom (1996)
- (3.94) - Nemesis 3: Time Lapse (1996) (V)
- (3.63) - Bad Bizness (2003) (V)
- (3.62) - Kickboxer 2: The Road Back (1991)
- (3.31) - Ticker (2001)
- (3.28) - The Wrecking Crew (2000)
- (3.24) - Kickboxer 4: The Aggressor (1994)
- (3.23) - Adrenalin: Fear the Rush (1996)
- (3.19) - Heatseeker (1995)
- (3.01) - Captain America (1990)
- (2.79) - Abelar: Tales of an Ancient Empire (2010)
- (2.69) - Crazy Six (1997) (V)
- (2.64) - Alien from L.A. (1988)
- (2.53) - Corrupt (1999)
- (2.38) - Journey to the Center of the Earth (1989)
- (2.18) - Urban Menace (1999) (V)
The Sword and the Sorcerer (1982), destaca entre los subproductos y/o derivados que se facturaron al calorcillo del éxito del Conan el bárbaro de Milius (engendros tipo Ator, el poderoso, El guerrero rojo o aquella descacharrante Los bárbaros, protagonizada por un par de lustrosos gemelos y genuina carne de videoclub) gracias a ciertas virtudes de regusto aventurero clásico o a un imaginativo diseño de producción que incluso remite, en la guarida del maligno brujo (soberbia la escena de apertura con su resurrección en un altar hecho de cabezas vivientes petrificadas) al colorido tétrico del Mario Bava de Hércules al centro de la tierra. Por lo demás roba sin complejos tanto del Conan tebeístico (más incluso que del cinematográfico o literario) y no olvida otros títulos recientes, como el toque pulp y un tontorrón sentido del humor a lo Indiana Jones (más la música de Williams, claro) o robos estéticos a la formidable Excalibur, a través de la fotografía neblinosa y atmosférica o con referencias directas en el color o en la armadura dorada que el malvado Cromwell luce en el tercio final. Precipitada en general (por momentos parece que se hayan ido quitando páginas del guión según el presupuesto), rodada con cierto buen gusto (y descaro, esos insertos de otras películas para fingir los exteriores de la ciudad) por un Albert Pyun que parecía prometer algo y perjudicada encima por un horrible reparto de héroes, no así la pareja de villanos encargada al siempre inquietante Richard Lynch y al televisivo George Maharis. Como curiosidad la final de los créditos se anuncia el retorno de Talon en una nueva aventura titulada Tales of Ancient Empire, pues bien, en 2010 finalmente regresó.
ENLACES/FUENTES:
http://elcuervoenteradillo.blogspot.com.ar/search?q=PYUN
http://houseofselfindulgence.blogspot.com.ar/search/label/Albert%20Pyun
http://pyuniverse.blogspot.com.ar/
http://theworstmovie.wordpress.com/2012/06/24/richard-lynch-greatest-hits-the-sword-and-the-sorcerer-1982-review/
http://vicisitudysordidez.blogspot.com.ar/search?q=PYUN
http://worsemovies.wordpress.com/2012/09/05/sword-and-the-sorcerer-1982/
http://wrongsideoftheart.com/2009/02/the-sword-and-the-sorcerer-1982-usa/
http://wrongsideoftheart.com/tag/albert-pyun/
http://www.flickeringmyth.com/2012/10/movie-review-road-to-hell-2008.html
http://www.imdb.com/name/nm0701597/filmorate
http://www.vandammeforum-online.com/2011/11/cyborg-cyborg-1989.html
http://www.youtube.com/user/AlbertPyunMovies/videos
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